NOELIA SASTRE
ESPECIAL PARA EL UNIVERSAL

Nueva York.- Cuando el curador jefe de pintura y escultura del Museo de Arte Moderno de Nueva York vio por primera vez un conjunto de obras de Armando Reverón (1889-1954), se enamoró del artista venezolano.

Fue uno de esos flechazos a primera vista. John Elderfield se topó con los paisajes, dibujos y muñecas a tamaño natural de ese pionero de la modernidad que fue Reverón en la Bienal de Sao Paulo de 1998.

El verano siguiente, decidido a estudiar su arte para mostrarlo en Nueva York, viajó a Caracas. Dos meses después visitó Macuto, el refugio caribeño del artista.

"Vi sus pinturas en la Galería de Arte Nacional y pensé que era increíble. Nunca había visto nada así: de los casi invisibles paisajes a las extraordinarias composiciones figurativas y los peculiares objetos. Tenía que confiar en mi instinto y traerlo al MoMA", explicó Elderfield ayer a este diario, durante la presentación a la prensa de la primera retrospectiva de Reverón en Estados Unidos.

Su idilio fue creciendo durante los siete años en los que se gestó esta muestra que se inaugura el domingo y permanecerá hasta el 16 de abril en la sexta planta del museo bajo su nombre: Armando Reverón.

Allí, repartidas en cuatro galerías, se exponen por primera vez a un público internacional 100 piezas de uno de los grandes creadores latinoamericanos, del que el MoMA sólo tiene una obra -La mujer del río, de 1939- donada por Patricia Cisneros en 2004 a petición del propio Elderfield. A excepción de ese óleo, el resto de las piezas que forman la exposición pertenecen a unas 25 colecciones privadas y públicas, sobre todo a la Fundación Museos Nacionales de Venezuela y a la colección Patricia Cisneros.

Organizada de forma cronológica, la muestra abarca las tres décadas más significativas en la producción de Reverón, desde los años 20 hasta principios de los 50, incluyendo pinturas, dibujos, objetos, autorretratos y las célebres muñecas que utilizaba como modelos para sus obras.

Un artista diferente
"Armando Reverón es un artista completamente distinto a los que se han exhibido en el MoMA´´", se puede leer en el texto a la entrada de la muestra, que explica cómo Reverón se mudó desde Caracas a Macuto en 1921, donde construyó su hoy desaparecido Castillete y se entregó a los paisajes monocromáticos y a la luz del trópico. "Tengo que pensar que el público quedará tan fascinado como yo".

"Reverón es diferente", subraya el curador sobre un artista que, a pesar de su importancia, no es muy conocido fuera de Venezuela.

"Una de las razones es que no fue muy prolífico. Hizo unas mil piezas, siempre tuvo compradores en Caracas y las que no habían sido compradas cuando murió, las adquirió el Estado. Por eso es difícil ver trabajos de Reverón en las subastas", explica Elderfield, máxima autoridad del arte moderno en el MoMA, que agradece el apoyo de los curadores y críticos venezolanos que le han ayudado en esta tarea. "Cuando empecé no sabía nada de Reverón. Me tuve que educar a mí mismo".

Mostrar a un creador
Su más estrecho colaborador ha sido el venezolano Luis Pérez-Oramas, curador de arte latinoamericano del MoMA y miembro del Proyecto Armando Reverón en Caracas. "Es fundamental que este museo haya decidido incluir una figura que no había sido considerada por el canon del arte moderno", comenta Pérez-Oramas, para quien esta exposición "es una señal más de que la historia del arte moderno debe ser revisada permanentemente porque hay modernidades alternas, periféricas, distintas".

Como la de Reverón, cuya obra no se veía en Estados Unidos desde que en 1955 Alfredo Boulton, tío de Patricia Cisneros y el primer gran crítico que estudió al pintor en los años 30, organizó una exposición itinerante.

"Ahora el ojo magistral de John, que ha estudiado a creadores como Mattisse, Bonnard y Picasso, ha visto a Reverón desde esa altura. Y ha destacado la importancia de su obra tardía: la gestualidad del trazo que genera una complejidad visual sin igual para la época", concluye Pérez-Oramas.

Y aunque Reverón era un artista primario en el sentido de que no estaba interesado en la cultura popular o en la tecnología, para Elderfield no hay duda de que "es uno de los grandes pioneros del arte moderno en América Latina, junto a Torres García y los muralistas mexicanos".

Así, los visitantes descubrirán a partir del próximo domingo a un creador nacido en Caracas en 1889 en el seno de una distinguida familia criolla, que estudió en España (donde conoció la obra de Goya), viajó a París y participó en el Círculo de Bellas Artes, grupo de jóvenes artistas que buscaban una modernidad específicamente venezolana.

Descubrirán sus célebres paisajes blancos en la primera sala, sus obras figurativas en la segunda, el puerto de La Guaira en la tercera y, por último, los autorretratos, las muñecas-modelo y los objetos que Reverón y su compañera Juanita Ríos fabricaron para El Castillete. El artista del azul, blanco, sepia y gris monocromo, el de la luz del trópico, lo grotesco y la intriga, el excéntrico, "el loco de Macuto", llega al MoMA en todo su esplendor.