El Hatillo: Un pueblo colonial anclado en la gran metrópoli
219 años conservando sus tradiciones
por Beatriz Lara Mendoza. Diario El Aragüeño Digital, Maracay, septiembre 28, 2003
El Hatillo encanta a sus visitantes por su clima fresco y olor a montaña. La Iglesia Santa Rosalía de Palermo, reliquia de El Hatillo con 219 años de construida, fue la primera estructura que dio inicio a este pueblo.
Al sureste de la ciudad de Caracas está ubicado El Hatillo, un pequeño, hermoso y tradicional pueblo anclado en la gran metrópoli, rodeado de grandes urbanizaciones, y que en sus 219 años de fundado aún mantiene sus tradiciones arquitectónicas y costumbres. Declarado monumento nacional, formando parte del patrimonio cultural de nuestro país, actualmente es uno de los lugares de esparcimiento preferidos por propios y extraños que desean alejarse del bullicio, buscar un refugio para la tranquilidad.
La historia del municipio El Hatillo se remonta a la época de los colonizadores españoles. En 1752 llegó al sitio el ilustre personaje Don Baltasar de León, quien años después se convertiría en su fundador, ya que con su empeño y esfuerzo logró hacer de este pueblo una comunidad fuerte, independiente y unida. Con el transcurrir del tiempo esta población se convirtió en uno de los sitios más visitados por los caraqueños, pues allí hacían sus compras, encargaban sus hallacas, dulces, hortalizas, flores, o simplemente disfrutaban sus calles, su clima fresco y la hospitalidad y el cariño de sus habitantes. En la actualidad, ese potencial turístico y esas tradiciones se han conservado.
Las largas y estrechas calles como El Matadero, El Comercio, Bolívar, Instrucción, Santa Rosalía, Escalona, entre otras, están llenas de kioscos multicolores y casas coloniales construidas con adobe y bahareque. Sus enormes puertas y ventanas se han conservado como testigos de la historia. Algunas de estas viviendas han sido convertidas en negocios artesanales, donde entre otras cosas, se ofrece dulcería y comida típica del poblado.
El Hatillo hace la conjugación perfecta de lo comercial y lo turístico. Conserva su tradición de ventas de flores, hortalizas cosechadas en la zona rural de esta población, y además cuenta con muchos negocios dedicados a la fabricación y venta de artesanía decorativa, restauración de antigüedades, muebles, y otros rubros que son buscados por los visitantes. Este es un municipio muy especial para la capital, pues allí se guardan miles de testimonios de nuestra historia.
Sus bellos paisajes, su clima fresco, su olor a montaña y sus casitas multicolores, abren las puertas a los visitantes para que disfruten de sus rincones. El Hatillo cuenta con diferentes expresiones culturales capaces de captar y despertar el interés de turistas nacionales e internacionales. Pero lo más valioso es su gente, su hospitalidad, su carisma, su afecto y sobre todo la unidad, ejemplo a seguir por otras entidades.
PARA DISFRUTAR
La Plaza Bolívar de El Hatillo se encuentra en el casco central. Allí mismo está erigida la Iglesia Santa Rosalía de Palermo, que tiene de creada 219 años, es decir, fue la primera estructura de este municipio y dio inicio a su fundación.
Igualmente se encuentra el Centro Social y Cultural El Hatillo "Dr. Enrique Antonio Eraso" y El Ateneo, que representan el principal eje para el desarrollo de la vida artístico-cultural de este hospitalario pueblo.
A media mañana ya se puede disfrutar del arte gastronómico con su rica y variada comida típica, cocinada a leña. Se pueden visitar sitios como El Postigo, El Rincón de Angelina, La Gorda, El Mesón de la Galería, La Perla Cubana, Vara Grill, Las Tapas, Trattoria La Terraza, La Romana Hatillana, entre otros muchos. En cuanto a la dulcería, dignos representantes son Casa Pueblo, Dulce Criollo El Hatillo, La Carreta de Mi Nina, El Cristal, y Fashion, pero en la diversidad está el gusto.
El Hatillo es orgullo de los caraqueños. Es un pequeño mundo que sirve de refugio para olvidarse de todos los momentos difíciles que estamos atravesando... es un paraíso, un bálsamo para descansar, desestresarse y decir una vez más ¡qué lindo es nuestro país!