La preferencia de los votantes dominicanos en la elección de sus senadores se ha comportado como un “ping pong” desde 1998, cuando se celebraron las primeras elecciones congresuales separadas de las presidenciales, a raíz de la reforma constitucional del 1994.
En ese año, la disputa fue entre los partidos de la Liberación Dominicana (PLD), en el poder, y el Revolucionario Dominicano (PRD), principal organización opositora.
Un acontecimiento inesperado favoreció enormemente al PRD: la muerte de su líder, el doctor José Francisco Peña Gómez, el 10 de mayo del 1998, justo seis días antes de las elecciones. Varios analistas políticos aseguran que este hecho revirtió las preferencias electorales a favor del PRD y sus aliados, que obtuvieron 24 de los 30 senadores, 87 de 160 diputados y 95 de 105 ayuntamientos.
El mapa electoral en ese entonces se tiñó de blanco como el pasado domingo lo hizo de morado.
El PRD obtuvo el 51.44% del electorado a su favor. Fue ahí cuando se produjo la histórica frase de Peña Gómez: “Hasta Abinader va a ganar”, como finalmente sucedió con el legislador de Santiago de los Caballeros. En el 2002, en el poder y con el apoyo del presidente Hipólito Mejía, el PRD obtuvo 29 senadores, el Partido Reformista Social Cristiano dos, y el PLD uno, José Tomás Pérez.
En las sindicaturas, el partido blanco obtuvo 104, el PRSC 11 y el PLD siete. En el 2006, con un presidente Leonel Fernández recorriendo el país para apoyar a sus candidatos, el PLD consiguió 22 provincias contra 10 del bloque opositor formado por el PRD y el PRSC en la llamada Alianza Rosada.